Pinzamiento femoroacetabular. CAM y Pincer

¿Qué es la artroscopia de cadera?

La artroscopia es un procedimiento quirúrgico que se usa en Traumatología y Cirugía Ortopédica para diagnosticar y, al mismo tiempo, en la mayoría de ocasiones tratar, diversos problemas y enfermedades que se localizan en el interior de una articulación y también fuera de la misma.

Lo novedoso de la artroscopia cadera frente a los procedimientos quirúrgicos habituales es que el cirujano puede ver la articulación en su totalidad y mejor que en procedimientos de cirugía abierta mediante un instrumento óptimo de pequeño tamaño llamado artroscopio, cuya imagen se recoge por medio de una cámara de televisión tan sólo con una mínima incisión que apenas deja cicatriz en el paciente. El instrumento óptico magnifica la imagen e incorpora una fuente de luz para visualizar la articulación en su totalidad. Es, por tanto, un método muy poco invasivo, que permitirá, en general, acotar los tiempos de ingreso hospitalario (puede darse de alta en el mismo día en muchas ocasiones), conseguir una recuperación precoz y menos dolor postoperatorio.

¿Qué patología se puede tratar con la artroscopia?

Enfermedades de diverso tipo y los traumatismos, pueden dañar el hueso, el cartílago, el labrum, los tendones y los músculos. Algunas de las situaciones que más frecuentemente precisan artroscopia para ser diagnosticadas y/o tratadas son:

-Lesiones por “impingement” o pinzamiento. Actualmente se está viendo como ciertas formas de la articulación de la cadera pueden provocar una lesión precoz del labrum y con ello un “desgaste” prematuro de la articulación. Con la reparación de estas lesiones se puede alargar el tiempo para la colocación de una prótesis de cadera.

Osteopatía de pubis, hernia inguinal, tendinopatías de aductores, diversos problemas musculares… son algunas de las patologías con las que se suele confundir un trastorno óseo que ha estado ahí desde siempre; pero que se conoce, y no demasiado, desde hace apenas cinco años.

Se trata del choque o pinzamiento femoro-acetabular, una anomalía en la morfología ósea de la articulación de la cadera responsable de que el movimiento que tiene que hacer ésta se vea limitado y acabe generando una artrosis que, a su vez, termina en la implantación de una prótesis antes de cumplir los 50 años.

El problema de pasar por el quirófano a una edad tan temprana para sustituir la cadera artrósica por un inserto metálico no sólo reside en las complicaciones derivadas de toda intervención quirúrgica, si no en la probable necesidad de un recambio de la prótesis posteriormente.

De esta forma, ya no es necesario realizar una incisión -que por pequeña que sea puede medir seis o siete centímetros- y, lo que es más importante, no hace falta luxar la cadera (sacar la cabeza del fémur del acetábulo para trabajar con la articulación más a la vista). Mediante artroscopia puede accederse a esta articulación y remodelarla (limando y fresando las malformaciones hasta que los huesos recuperan su forma correcta). El resultado es una agresión quirúrgica mínima, con los consiguientes beneficios posoperatorios (menos sangrado, poco dolor y una probabilidad de infección casi nula).

El resultado de estas cirugías reside principalmente en el grado de desgaste (artrosis) del cartílago en el momento de realizar la cirugía.

Ventajas de los procedimientos artroscópicos

La principal ventaja de la artroscopia cadera para el paciente radica en la necesidad de incisiones muy pequeñas que generalmente conllevan una menor estancia hospitalaria y una más rápida recuperación. Muchos de ellos pueden abandonar el centro quirúrgico el mismo día de la operación. Además, las pequeñas incisiones ofrecen la posibilidad de obtener un resultado estético mejor, sobre todo en zonas expuestas del cuerpo. Sin embargo, recordaremos e insistiremos de nuevo en el hecho de que los pacientes que se sometan a cirugía artroscópica pueden tener diagnósticos muy diferentes y condiciones particulares previas que condicionarán su estancia en el hospital y su tiempo global de recuperación.

¿Cómo y quién lleva a cabo la artroscopia?

Debemos tener en cuenta que, aunque mucho menos invasivo, la artroscopia es un procedimiento quirúrgico como cualquier otro y, por tanto, debe ser desarrollado sólo por cirujanos especialistas en Traumatología y Cirugía Ortopédica. Durante una artroscopia pueden surgir problemas imprevistos o la necesidad de abrir la articulación si resulta imposible resolver el problema mediante las pequeñas incisiones. En estos momentos, sólo un cirujano que, además de la artroscopia, domine el resto de las técnicas quirúrgicas de la especialidad, podrá llevar a buen término la intervención.

Además, una correcta artroscopia debe realizarse en un ambiente estéril de quirófano. Antes de iniciar la operación se aplica anestesia, que, según la articulación a operar, podrá ser local, regional, espinal o general. Su cirujano y anestesiólogo se encargarán de recomendar lo más apropiado en función del caso.
Se realizan pequeñas incisiones del tamaño de un ojal de botón para insertar el artroscopio y acceder al interior de la articulación introduciendo a través de ellas el artroscopio y el instrumental apropiado según el caso. Toda la operación es visualizada por el cirujano (y por el paciente, si es que lo desea y no está bajo anestesia general) en un receptor de televisión. Además, si se dispone de un aparato de vídeo, el cirujano puede grabar cuantas imágenes desee.

Una vez finalizado la intervención, se cierran las pequeñas incisiones (muchos cirujanos prefieren no dar puntos de sutura para conseguir mejor resultado estético) y se aplica un vendaje salvo en casos que precisen inmovilización por algún motivo.

La mayoría de los procedimientos de artroscopia no precisan más de un día de ingreso hospitalario. Antes del alta, el paciente debe recibir instrucciones sobre medicaciones y comportamientos a evitar. Si durante el postoperatorio apareciese fiebre, dolor excesivo o drenaje de líquido desde la herida, se deberá contactar de nuevo con el médico.

Debe tenerse en cuenta que el tiempo de recuperación es distinto para cada paciente y no debemos compararnos con amigos o conocidos que se hayan sometido a intervenciones similares. Cada paciente es distinto y ninguna artroscopia es igual. Ocasionalmente, durante el transcurso de la operación, el cirujano puede descubrir enfermedades o defectos que precisan de una cirugía más amplia que requiera abrir la articulación y que puede ser realizada en el mismo acto quirúrgico o bien, si la situación lo requiere, en un segundo tiempo.

Posibles complicaciones

Desafortunadamente, y a pesar de tratarse de un método de mínima invasión, la artroscopia, como cualquier técnica quirúrgica, no está exenta de complicaciones. Aunque su incidencia es realmente pequeña, ocasionalmente y a pesar de realizar una adecuada profilaxis, pueden aparecer infecciones, flebitis (inflamaciones venosas), excesiva inflamación o sangrado y daño en los pequeños vasos y nervios cercanos a la zona operada. A ello, hay que añadir los que pueden derivar de la anestesia en sí. En el caso de la artroscopia cadera puede aparecer una zona sin sensibilidad alrededor de la parte interna de los muslos y zona genital (nervio pudendo) que se suele recuperar en la mayoría de los casos en pocos meses.